Crecimos. Los 90’
quedaron atrás, los días de juego se acabaron, la primaria, la secundaria, esos
años dorados que permanecerán en nuestros recuerdos por siempre, hoy fueron suplantados
por responsabilidades. Algunas impuestas por la sociedad y otras impuestas por
nosotros mismos. Todos queremos cumplir esos sueños que vienen creciendo en
nuestra cabeza hace años, pero nos damos cuenta que son más difíciles de concretar
de lo que parece.
Aprendemos que hoy en
día si no estudias lo que te apasiona, un vacío empezará a crecer dentro tuyo.
Pero no es solo el estudio, apenas empezas
ésta nueva década comenzas a darte cuenta que no todo es color de rosa como
antes, ya tuviste varias caídas que te marcaron.
Te dejaron, dejaste,
pensaste conocer al amor de tu vida, pero cuando aquello terminó aprendiste que
hay algo más allá de lo que vemos en las películas. Los finales felices
existen, pero también existen las peleas absurdas, algunas personas no son tan
amigables, y aprendiste que también aquellos amigos que pensabas eran
indispensables se convierten en desconocidos.
Te cuesta coordinar
horarios, ya no ves tanto a tus seres queridos, porque estás ocupado en tu
nube, y después te arrepentís de no haber hecho aquel llamado que sabías que
deberías haber hecho.
Salir a bailar ya no te resulta tan interesante como antes,
conociste nuevas formas de divertirte, como disfrutar de esas caminatas con
música en tus auriculares, esos encuentros casuales con tus amigos son los
mejores, porque sabemos que lo planeado casi nunca funciona como imaginamos.
Empezaste a intentar planear un futuro, ya sea con tu pareja
o estando solo, queres tu propio espacio, tu independencia económica, ya no sos
un niño, tus preocupaciones no son las mismas y queres ver más de lo que hay en
este hermoso mundo.
Estas cambiando. Descubriste
nuevas metas a alcanzar porque dejaron de ser las mismas que hace dos años
atrás. Comenzaste a entender quién sos y que cuando te preguntan ¿Cómo estás?
La respuesta no es siempre “Estoy bien” aunque siempre resumimos así para no
ahogar al otro.
Pensas, divagas y entendes cosas que antes te parecían
utópicas, como el valor del dinero, el valor de la amistad y el incondicional
amor de la familia.
Hablando de la amistad, comenzas a darte cuenta quiénes son
tus verdaderos amigos, ya no es esa cantidad exorbitante que era antes, ahora
los contas con pocos dedos y sabes a quién llamar en caso de cualquier
emergencia sentimental.
Empezar una década nueva parece algo simple, pero no es tan
así, hay muchas cosas que te curten de una manera distinta. Lloras, reís y
cantas igual que ayer, pero hoy con más potencia, porque comprendiste que el
tiempo vuela, porque lo ves en tus viejos, porque lo ves en tus abuelos, ellos
te cuentan sus frustraciones como, “yo no pude así que vos por favor hacelo por
mi”. Y esa nostalgia de ver pasar el tiempo como una brisa te hace replantearte
más aquello que ayer pasabas por alto.
Entendiste que el tiempo sana algunas heridas que pensabas
que iban a durar por siempre, también que el que odia es porque amó, y el que
ama no es igual al que quiere.
Las peleas te sirven para replantearte tus errores y no
volver a repetirlos, te ayudan a ser responsable.
Pero también te contradecís, en
cierto punto, porque sabes que las decisiones que no tomas hoy, mañana otro que
encuentre la oportunidad que vos perdiste la tomará sin dudarlo.
Queres con más fuerza a aquellos que estuvieron siempre, en
las malas, en las buenas, y en las divertidas, y aquellos que se fueron o
dejaste ir, quizás no eran tan importantes en tu vida.
Aprendiste
a guardar secretos que podrían generar guerras, y aprendiste a confiar tus secretos
a la persona indicada. Ya sos consciente de que esa confianza que se gana, no
es para todo el mundo y que una vez que esa confianza se rompió no hay vuelta
atrás.
Descubriste
que la traición existe, así como también existe el amor. A veces pensas en el
cuentito de que todo va a estar bien, porque a todos nos gusta creer en esa
realidad paralela donde conocemos a esa persona que nos vuela la cabeza, y se
complementa con nosotros para transmitirnos música en las venas.
Las
relaciones de una noche ya no te llenan como antes, sabes que en realidad
necesitas algo más. Emborracharte con tus amigos y al otro día no poder
levantarte no es tan fácil de sobrellevar como hace tres años atrás. Estás en
busca de algo nuevo.
Cuidas
un poco más tu bolsillo porque comprendiste aquello que te decían tus viejos. “Cuando
seas grande vas a encontrarle el valor al dinero”, y es así, cuando uno se
esfuerza por obtener aquello que le cuesta horrores, y al fin obtiene la recompensa,
le da culpa malgastar eso que costó muchísimo obtener.
Ya
aprendiste a tomar tus propias decisiones. Intentas que las redes sociales no
afecten tanto tu vida, porque seamos sinceros, perdimos mucha comunicación, eso
de sentarse en un bar y que la magia fluya, ha quedado un poco en el pasado.
Hoy el mundo se maneja y viaja por Internet, y allí es donde nos solemos
esconder para no mostrar nuestros verdaderos sentimientos.
Tu
sentimientos varían según el día, el clima, y lo que haya para comer, porque
estás agotado, aunque tus viejos no lo entiendan, como decía Paola Argento, “Que
difícil es ser yo”.
Te
diste cuenta que atarse al pasado no sirve de nada porque adelante hay cosas
nuevas y mejoradas. Aunque la nostalgia siempre exista, hay que aprender a
disfrutar del presente.
No
importa si decís que te gustaría volver a no tener responsabilidades, a todos
nos pasa y es normal, creeme, a tus viejos también les pasa. Cada año vivido te
hace crecer como persona, como amigo, como hijo, y no hay nada de que
arrepentirse, eso dejémoselos a los cobardes.
Un
amigo me dijo que estamos viviendo la mejor época de nuestras vidas y que se
vienen los mejores años, que aquí en este trayecto, conoceremos a alguien con
quién quizás compartamos el resto de nuestras vidas, a nuestros mejores amigos,
y aprenderemos cada vez más de nuestro alrededor.
Las
años vuelan, las décadas suman así como suman las experiencias. Mi querido
lector, a vos te digo, aprovechá, viví, reíte hasta que te duela la panza, a
veces date el gusto de ser infantil, pero siempre con responsabilidad. Las
mejores cosas ocurren espontáneamente, y lo estructurado aburre, en demasía. No
te dejes engañar, no te dejes usar, respetate y crecé acompañado de tu
definición de felicidad.
Felices
veintitantos.