Vivimos pensando en nuestros amigos, familia, amor, gastos, pensamos en aquella canción que no podemos sacarnos de la cabeza. Los recuerdos de los viejos tiempos.
Vivimos pensando en el dinero que ganamos, y en los gastos que generamos, y parece que nunca estamos satisfechos. Somos adictos a querer más.
Pensamos desde que nos levantamos, hasta que nos acostamos y casi siempre, ese último pensamiento antes de dormir es sobre el futuro o sobre la persona que queremos. Proyectamos, vivimos proyectando. Pero nos equivocamos mucho al no disfrutar adecuadamente, no al 100 por ciento el presente.
Somos ansiosos por naturaleza, necesitamos todo ya, queremos que el que nos gusta nos hable ya y nos diga que nosotros también le gustamos, queremos viajar por el mundo como si lloviera dinero, queremos que nos golpeen la puerta con una oferta increíble de trabajo, ansiamos nuestra independencia, queremos graduarnos y ser exitosos o famosos. Pero los logros vienen con esfuerzo, los logros y el éxito no son regalos.
Todo lleva su tiempo, su progreso, su desarrollo.
Vivimos atados a rutinas que muchas veces no nos gustan, todos somos un poco capitalistas, no lo niegues, pensamos que el dinero es una fuente de felicidad, o algo que puede acercarte a ella. Y mientras tanto sobre valoramos al amor, que es la fuente de felicidad inagotable.
Siempre estamos pensando si hicimos bien, si hicimos mal, si herimos, por qué, siempre nos preguntamos el por qué de todo, como si todo tuviera una respuesta que podes buscar en google o yahoo respuestas. Pensamos todos el tiempo si estamos bien vestidos, si tenemos un buen status económico, pensamos para demostrarle a los demás alguien que no somos y vamos perdiendo nuestra esencia.
Dicen que cuando el cerebro duerme, procesa la información diaria y los restos diurnos retienen recuerdos. Estamos tan acelerados, ocupados por cumplir obligaciones, por llegar a tiempo, y nos olvidamos de vivir, de que esto no dura para siempre, nos olvidamos de disfrutar las pequeñas cosas, que son las más lindas.
Cada risa, cada encuentro, cada abrazo, cada mirada, cada beso con risa que recibimos debemos guardarlos como oro, porque esas son las cosas que recordaremos cuando seamos viejos, todos los días nos volvemos más sabios. Las paredes y piedras ayudan a hacernos crecer y construir quién queremos ser.
Vivimos pensando en el dinero que ganamos, y en los gastos que generamos, y parece que nunca estamos satisfechos. Somos adictos a querer más.
Pensamos desde que nos levantamos, hasta que nos acostamos y casi siempre, ese último pensamiento antes de dormir es sobre el futuro o sobre la persona que queremos. Proyectamos, vivimos proyectando. Pero nos equivocamos mucho al no disfrutar adecuadamente, no al 100 por ciento el presente.
Somos ansiosos por naturaleza, necesitamos todo ya, queremos que el que nos gusta nos hable ya y nos diga que nosotros también le gustamos, queremos viajar por el mundo como si lloviera dinero, queremos que nos golpeen la puerta con una oferta increíble de trabajo, ansiamos nuestra independencia, queremos graduarnos y ser exitosos o famosos. Pero los logros vienen con esfuerzo, los logros y el éxito no son regalos.
Todo lleva su tiempo, su progreso, su desarrollo.
Vivimos atados a rutinas que muchas veces no nos gustan, todos somos un poco capitalistas, no lo niegues, pensamos que el dinero es una fuente de felicidad, o algo que puede acercarte a ella. Y mientras tanto sobre valoramos al amor, que es la fuente de felicidad inagotable.
Siempre estamos pensando si hicimos bien, si hicimos mal, si herimos, por qué, siempre nos preguntamos el por qué de todo, como si todo tuviera una respuesta que podes buscar en google o yahoo respuestas. Pensamos todos el tiempo si estamos bien vestidos, si tenemos un buen status económico, pensamos para demostrarle a los demás alguien que no somos y vamos perdiendo nuestra esencia.
Dicen que cuando el cerebro duerme, procesa la información diaria y los restos diurnos retienen recuerdos. Estamos tan acelerados, ocupados por cumplir obligaciones, por llegar a tiempo, y nos olvidamos de vivir, de que esto no dura para siempre, nos olvidamos de disfrutar las pequeñas cosas, que son las más lindas.
Cada risa, cada encuentro, cada abrazo, cada mirada, cada beso con risa que recibimos debemos guardarlos como oro, porque esas son las cosas que recordaremos cuando seamos viejos, todos los días nos volvemos más sabios. Las paredes y piedras ayudan a hacernos crecer y construir quién queremos ser.
Loli. B. Allende Copyright © Todos los Derechos Reservados
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