Hoy es una de esas noches para explorar recuerdos, y aunque te encuentres inmóvil comenzas a viajar. Recordas los viejos momentos, los felices, los que te hicieron reír, los que te hicieron llorar. Entras en esa etapa de pernocte donde insistís que tendrías que haber actuado de cierta manera o de tal otra, pero no lo hiciste porque, sos humano y ya estás acostumbrado a aprender a fallar. También pensas en los impulsos, los que te han funcionado, como ese beso que diste o te dieron por sorpresa, o aquella tarde recorriendo lugares que ya no pisas hace años, sentís la brisa a flor de piel a pesar de seguir quieto. A todos nos gusta un poco la melancolía, y queremos recordar con amor esos momentos que nos hicieron felices.
Estamos predestinados a repetir rutinas, como vivir ese segundo eterno antes de dormir, donde pensamos qué queremos, quienes somos hoy, a quién extrañamos, quién queremos que nos extrañe,. Ser realista es comprender que todos queremos que nos quieran y que piensen en nosotros antes de cerrar los ojos. La imaginación empieza a volar, y comenzas a soñar, imaginas lugares, personas, maneras distintas de ver el mundo, o por lo menos intentas hacerlo un poco más lindo de lo que es, solo porque proyectas lo que vos queres ser mientras estés acá transitando tu camino. Queres ser distinto y hacer las cosas lo mejor posible.
A veces pensamos tanto que nos agobiamos e intentamos dar vuelta la página, pero luego de haber escrito tanto camino, después de haber plasmado todo aquello que tanto te costo, guardas aquello para después, porque quizás en algún momento pueda servir. Nadie quiere olvidar.
Pensas en la gente que está lejos, en la gente que se enojó con vos y nunca entendiste por qué, pensas en aquellas personas que ya no están porque te encanta recordarlas, no queres perderlas en el tiempo, porque el tiempo vuela, y los recuerdos van siendo cada vez más confusos, nadie quiere perder lo real. Muchas veces suplantamos recuerdos por otros, porque es difícil retener todo lo que queremos guardar para siempre, y eso es devastador.
Estamos predestinados a repetir rutinas, como vivir ese segundo eterno antes de dormir, donde pensamos qué queremos, quienes somos hoy, a quién extrañamos, quién queremos que nos extrañe,. Ser realista es comprender que todos queremos que nos quieran y que piensen en nosotros antes de cerrar los ojos. La imaginación empieza a volar, y comenzas a soñar, imaginas lugares, personas, maneras distintas de ver el mundo, o por lo menos intentas hacerlo un poco más lindo de lo que es, solo porque proyectas lo que vos queres ser mientras estés acá transitando tu camino. Queres ser distinto y hacer las cosas lo mejor posible.
A veces pensamos tanto que nos agobiamos e intentamos dar vuelta la página, pero luego de haber escrito tanto camino, después de haber plasmado todo aquello que tanto te costo, guardas aquello para después, porque quizás en algún momento pueda servir. Nadie quiere olvidar.
Pensas en la gente que está lejos, en la gente que se enojó con vos y nunca entendiste por qué, pensas en aquellas personas que ya no están porque te encanta recordarlas, no queres perderlas en el tiempo, porque el tiempo vuela, y los recuerdos van siendo cada vez más confusos, nadie quiere perder lo real. Muchas veces suplantamos recuerdos por otros, porque es difícil retener todo lo que queremos guardar para siempre, y eso es devastador.
A veces pienso que hay personas que se cruzan en nuestro camino para ayudarnos a escribir nuestra propia historia. Vamos tomando partes de aquellos que nos importan o nos hacen querer contar historias en un bar, queremos crear anécdotas que duren por siempre, porque no podemos ni queremos quedarnos esperando toda la vida a que algún suceso nos caiga del cielo.
Yo personalmente creo en arriesgarme a conseguir lo que me importa, luchar por lo que quiero, por lo que necesito, por la persona que me gusta, por conseguir un buen trabajo, luchar por ser alguien mejor. Y muchas veces no funciona tan fácilmente, las piedras en el camino son eternas pero solamente hay que aprender a esquivarlas o pisarlas con fuerza y decisión.
De repente, cuando menos lo imaginas, después de haber conocido tantos cielos, aparece esa persona que yo llamo, persona océano, y son aquellos que te transmiten esa inmensidad de sentimientos que se trasladan a palabras que caen como lluvia, y te ayudan a re-escribirte, a ser un poco más vos, rodearte de esa inmensidad, de ese cielo, de esa luz, trae paz a la mente y hace que todo sea normal otra vez. Creo fervientemente que hay gente que nació con una energía tan positiva que lo único que logran es transmitirte eso que muchas veces te falta para complementarte. Las personas océano me facilitan escribir, me dan ese placer y esas ganas de sentarme a crear y crear hasta perder la noción del tiempo. Creo que las personas estamos tan aceleradas que no paramos un segundo a darnos cuenta de lo hermoso que hay en el mundo, estamos pendientes en buscar la felicidad en el lugar equivocado, y creo que necesitamos más amor que nunca. Muchos tienen miedo a enamorarse, o no quieren una relación porque tienen miedo a que no funcione, pero uno no puede saber si algo va a crecer si no se le da la oportunidad. Por eso cuando nos vayamos a dormir, cuando pensemos en nuestra persona océano recordemos que siempre, del otro lado, va a haber alguien pensando en nosotros, queriendo lo mismo, buscando lo mismo, y creo apasionadamente que nada es casualidad y en algún momento nos vamos a encontrar.
Yo personalmente creo en arriesgarme a conseguir lo que me importa, luchar por lo que quiero, por lo que necesito, por la persona que me gusta, por conseguir un buen trabajo, luchar por ser alguien mejor. Y muchas veces no funciona tan fácilmente, las piedras en el camino son eternas pero solamente hay que aprender a esquivarlas o pisarlas con fuerza y decisión.
De repente, cuando menos lo imaginas, después de haber conocido tantos cielos, aparece esa persona que yo llamo, persona océano, y son aquellos que te transmiten esa inmensidad de sentimientos que se trasladan a palabras que caen como lluvia, y te ayudan a re-escribirte, a ser un poco más vos, rodearte de esa inmensidad, de ese cielo, de esa luz, trae paz a la mente y hace que todo sea normal otra vez. Creo fervientemente que hay gente que nació con una energía tan positiva que lo único que logran es transmitirte eso que muchas veces te falta para complementarte. Las personas océano me facilitan escribir, me dan ese placer y esas ganas de sentarme a crear y crear hasta perder la noción del tiempo. Creo que las personas estamos tan aceleradas que no paramos un segundo a darnos cuenta de lo hermoso que hay en el mundo, estamos pendientes en buscar la felicidad en el lugar equivocado, y creo que necesitamos más amor que nunca. Muchos tienen miedo a enamorarse, o no quieren una relación porque tienen miedo a que no funcione, pero uno no puede saber si algo va a crecer si no se le da la oportunidad. Por eso cuando nos vayamos a dormir, cuando pensemos en nuestra persona océano recordemos que siempre, del otro lado, va a haber alguien pensando en nosotros, queriendo lo mismo, buscando lo mismo, y creo apasionadamente que nada es casualidad y en algún momento nos vamos a encontrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario