Aquí estuvieron
martes, 14 de julio de 2015
28
El tiempo pasó lento desde aquel veintiocho, una parte de ella se desprendió de su ser, y la esencia de él quedó esparcida en medio de un abismo de dos. Ya no compartían derechos, ni siquiera la cama, lo único que quedaron fueron los recuerdos, esos todavía sobrevivían. Ella esperó empezar de cero mientras que él estaba en cien, Clara sentía que era imposible pensar sin retroceder. Tanto tiempo, tantas cosas vividas, ¿Cómo hago?, se preguntaba, ¿Cómo hago para salir de esta oscuridad?, sus nervios marcaban su muerte lenta. La llama apagó su luz para irse volando en cenizas que retrataron un efímero futuro, que esperaba ansioso por salir a correr otra vez. Y en el medio de la noche, cuando todo dormía, Clara se despertó de aquel sueño que la consumía, pensó en volver a empezar, pero ésta vez de verdad, se dijo a sí misma que no se aprende a sanar, como tampoco a amar. Y así, las temporadas de ese mal fueron desapareciendo junto con los malos recuerdos y aquel adios. Volvió al sol, volvió a vivir, maldijo extrañarlo pero también agradeció darse cuenta que si uno se propone algo con empeño, podrá salir adelante. Siempre recordará aquella fecha aunque esté enredada en otras sábanas, aunque la mañana ya tenga otro color, porque esa fue su verdadera historia de amor. El tiempo es arena es sus manos, que se convierten poco a poco en roca solida para volver a desvanecerse, hasta que algún día, logre perderse en ese soñado mar de felicidad.
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