A veces es necesario soltar, dejar ir, abrir los brazos y
entender que todo ha terminado, para comprender que de esas cenizas vendrá algo
nuevo.
A veces es necesario mirarse en el espejo y odiarse un rato, para terminar
aceptándose a uno mismo.
A veces es necesario dejar de aparentar y llorar nuestras
miserias para descargar eso que nos pesa.
En algún momento uno debe aceptar quién es, quién fue, y
quién quiere ser. A veces nos olvidamos que somos irrepetibles.
A veces es necesario ser promiscuo para comprender que el
amor no es sexo y que el sexo no es amor. Que los besos no son para cualquiera
y los abrazos a veces son caricias en el alma.
Uno debe aprender a aceptar sus derrotas para poder ver con
otros ojos sus logros.
A veces es necesario estar solo para comprender lo que
significa la compañía.
A veces hay que darse la cabeza contra la pared, hay que
lastimarse, a veces hay que sangrar y llorar para aprender que uno realmente
vale, que uno puede, que uno es realmente fuerte. Hay que entender que nadie te regala nada, que
las cosas se ganan por mérito propio, y que nadie lamerá tus botas sin buscar
algo a cambio.
A veces es necesario morir, tocar fondo, dejar las
pertenencias, sacar lo superficial y volver al nido para sentir ese abrazo.
Todo lo que coseches hoy dará sus frutos. Todo lo que
enseñes hoy, mañana será acción. El tiempo que dejes pasar no volverá. Recordá
que para todo hay un proceso, que las cosas no suceden por arte de magia, que
no existe el destino, ni las casualidades y mucho menos las coincidencias. Recordá
también que la amistad y el amor no se compran. Podes mentirle a muchos todo el
tiempo, o a todos, todo el tiempo pero hay alguien a quién nunca podrás
engañar, y esa persona sos vos. Tomá solo las decisiones que estés dispuesto a
manejar, para todo lo demás decí no.
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