No te olvides que todo es un truco, igual ojo, quizás todos tengamos un as bajo la manga y nuestros secretos para ser quienes somos, y esas cosas que nos hacen actuar por inercia para ser espontaneos.
Más que seguro que eso que dicen que supuestamente "el tiempo cura", es algo inventado para hacernos creer que si esperamos, vamos a encontrar algo mejor. Siempre está el que te dice que a él le pasó algo por el estilo, y que eso que estas pasando es una boludez al lado de lo que le pasó a él. Convengamos que todos queremos llamar la atención en cierto punto, más allá de que seas una persona que no cuenta sus cosas personales, TODOS, sin excepción tenemos algún consejo que nunca utilizamos para regalarle al que lo necesita.
El marketing cultural plantea esos finales de cuento, donde el protagonista besa a la chica en público, delante de todos, le declara su amor eterno y viven felices por siempre. Pero okay, en la historieta no muestran la parte de la convivencia, ni de cuando ella le revisa los mensajes, y mucho menos que el detesta sus celos.
El cuentito es una pantalla de mentira que nada tiene que ver con la realidad. Nos plantean todo color rosa mientras que hay muchos más matices que nadie se anima a explicar. ¿Por qué será? ¿Será que queremos creer en eso que veíamos de chicos? ¿Será que no queremos repetir la historia de nuestros padres? Porque convengamos que ciento catorce divorcios se producen por día, pero eso nadie te lo dice ¿No?
Bla, bla, el amor no es un pacto, ni firmar papeles y mucho menos subir a instagram una foto después del civil. Hay muchas personas que se toman muy en serio esto de publicar absolutamente todo porque no saben quienes son, ni a donde van, por lo tanto necesitan la aprobación de los demás. ¡Cualquiera! Un clíc o dos, o mil no te hacen ser.
Así resumidito y escribiendo rápido porque ya es tarde, el amor para mi, es como un paquete lleno de sorpresas adentro, como un Kinder, no importa cuantos te compres, siempre vas a encontrar algo distinto que te llene y que te cause alegría, todos respiramos amor. Y es una palabra tan fuerte que cuesta resumirla, o escribir a cerca de ella. Todos tenemos una perspectiva distinta, porque todos somos diferentes, gracias a buda, porque imaginate un mundo lleno de personas iguales a vos, qué embole.
Volviendo al cuentito, nunca entendí a Disney, aunque lo sigo mirando con mis ciento cincuenta años, nunca voy a comprender la parte en donde todos se ponen a bailar y cantar que se aman en el medio de la cafetería de la escuela, porque lo haces acá, en el mundo real y te llevan derechito al loquero, te aviso por si se te ocurre hacerlo. No da, porque sabemos que bailas mal y tampoco sos Zac Efron, como ella tampoco es Vanessa Hudgens.
Pero bueno, el cuentito nos encanta, porque es atractivo, porque nos encantaría bailar the time of my life y que nos levanten como en dirty dancing, aunque pesemos mil kilos más que la protagonista.
Yo creo que los finales felices no existen, quizás porque nací en esta época, noventosa, ochentosa, pero igual, qué tiene que ver eso cuando se trata de amor. Creo que le encontré la vuelta, me digo a mi misma mientras escribo, ¿Qué carajo escribis? Dale andá al punto, cerrá la reflexión, decile a todos lo que pensas. Así que acá les va.
Lo que yo creo es que amamos el cuentito, porque sabemos que nunca va a pasar, siempre anhelamos eso que no tenemos, y queremos lo que los demás tienen, por más de que sea imposible y por más que no tengamos los medios. Somos insoportables queriendo todo el tiempo, somos inconformistas, lo que buscamos es eso que nos llene esa parte que no se llena con lo que vivimos en la realidad, por eso también existen las historias de amor épicas, como la de Titanic, osea, Rose tenía lugar en la madera de mierda esa, podrías haberle dejado un espacio a Jack gorda. Proyectamos todo el tiempo porque estamos aburridos, o porque muchas veces la rutina nos consume tanto que necesitamos apropiarnos de una historia que no es nuestra para pensar que en algún momento la vamos a vivir nosotros, pero no, no te olvides que sos real. No te olvides que te dejaron y que dejaste, no te olvides que lloraste por todo y por nada, y que después de unos años, cuando los pedacitos de esa boludez atómica se renuevan, haces una regresión y te decís a vos mismo, ¿Yo lloraba por eso? Que boludo!
Y después te vuelve a pasar, y otra vez y otra vez, hasta que llega un punto en el que te conoces a vos mismo, más que tu psicólogo que está cansado de escuchar las mismas historias una y otra vez, y te decís a vos mismo: Hoy quiero ser yo, quiero ser diferente, quiero caminar diferente, disfrutar, eso quiero, quiero lo que los demás no tienen, me cansé de lo usual, me cansé de lo común. Te decís a vos mismo "Se voy a estar poco tiempo acá"; porque seguro se te cruzó la imagen de tu viejo, o tu abuelo contándote sus frustraciones que les imponían sus padres, o ellos mismos se imponían por miedo.
Y la realidad es que el cuentito existe para disfrazar el miedo, como una capa de invisibilidad que te sirve hasta que te despertas sin ser adolescente, y tenes esos sueños que nunca cumpliste porque fuiste y sos un pelotudo. Porque ser un boludo es fácil, pero animarse, uy, animarse es lo más difícil que existe, pero una vez que te animaste, no te para nadie.
Entonces quedamos así, los cuentitos para los inseguros, y para vos la realidad. Cuando despiertes te vas a dar cuenta que el mundo está acá, y las horas pasan, tic, tac. Cuando te des cuenta vas a tener cincuenta años, te va a faltar el pelo y te va a crecer en otro lado, vas a tener hijos a los que les vas a contar tus frustraciones, y no creo que quieras eso.
Con lo unico que concuerdo con Disney es que lo que te propongas, por más alocado que sea se cumple, pero los brazos cruzados no sirven, este es mi consejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario